Al anticipar la llegada de la Navidad, la temporada de Adviento crea un espacio para que experimentemos todas las cosas hermosas que rodean a nuestro Salvador, Jesucristo. Cada día de Adviento es una invitación que el Padre nos extiende para que recibamos el mejor regalo de la temporada navideña: la creencia de que Jesucristo es el Hijo de Dios, nuestro Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno y Príncipe de Paz (Isaías 9:6). La nueva vida que recibimos cuando lo aceptamos como nuestro Señor y Salvador es un regalo que proviene directamente de Jesucristo.
Una de las claves de la intimidad espiritual con Jesús es entender que nuestros conocimientos mentales deben recorrer el camino hacia abajo para asentarse en nuestros corazones. Esto abre la puerta para que nuestros corazones reflejen quién es realmente Jesús y permite que la expresión de esa revelación aparezca en todos los ámbitos de nuestras vidas. Al enfrentarnos a circunstancias difíciles, podemos tener esperanza y podemos superarlas si elegimos seguir el camino que Jesús tan bellamente nos presenta en Juan 14:6: Él es el camino, Él es la verdad, y Él es la vida.
Jesús como «el camino» es una invitación de Dios para que sigamos y confiemos en que Jesús es quien dice ser. Seguir el «camino de Jesús» nos lleva por el camino de la vida y, como dice Juan 10:10, la vida más abundantemente.
Jesús como «la verdad» crea un espacio seguro para que nos apoyemos con nuestra confianza y llevemos las palabras de Jesús a nuestros corazones. Podemos creer que Sus palabras son verdad y aprender cómo Su vida y Sus palabras dan forma a nuestro mundo. Su verdad construye una cultura de fe en la que podemos descansar en la esperanza de Dios para nuestras vidas.
Jesús como «la vida» es una expresión de su vida (o zoe) que nos infunde amor, gozo, poder y paz cuando lo aceptamos como Señor y Salvador. La palabra griega zoe significa «vida» o «vivir», y en las Escrituras se usa para describir la plenitud de la vida que proviene de una relación con Jesucristo. El zoe la vida con Cristo nos invita a asociarnos con Jesús; a intercambiar cualquier cosa en nuestros pensamientos que no sea vivificante; y a permitir que Su amor, poder y paz se vuelvan genuinos en nosotros.
En esta temporada de Adviento reflexionemos sobre el don de Jesús mismo. Él es nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida. Cuando nos enfoquemos en estas cosas, comenzaremos a experimentar una vida activa, vigorosa y totalmente dedicada a Dios.